domingo, 13 de diciembre de 2009

CONTRA LAS ELECCIONES GENERALES

...pero dice mi abogado que no es recomendable hacer dieta de democracia.
¿Que no sabe cómo prepararla?
No se preocupe, yo le índico. Para empezar, quiero que me disuelva las Cortes y se prepare para calentarme el tarro a fuego lento durante mes y medio.
Durante ese tiempo, tenga listo cada día a primerísima hora un titular bien fresquito, me lo mete en el horno de la boca de cualquier portavoz, me lo machaca en los medios a todas horas y a esperar a que surjan las reacciones.
Como ya sabe, la calidad de la materia prima lo es todo. Cuanta más enjundia contenga la barbaridad que se vomite, de mayor calado y envergadura será el circo de las consecuencias. Si quiere darle un toque especial, échele de tanto en tanto un ex presidente meando fuera de tiesto, que siempre da sabor.
Olvídese de las declaraciones con mucha trascendencia o calidad, todas suelen caducar a las veinticuatro horas, por lo que tendrá que procurar que no se le corte la mala leche, para que el desaguisado llegue en su punto óptimo al paladar de las urnas. Y pasar a los ingredientes más clásicos que imprimirán carácter y personalidad a la propuesta, a saber, la vivienda, el paro, la inmigración, las pensiones, los impuestos, la economía, el terrorismo, el debate nacionalista, la Iglesia, la familia o las infraestructuras. Y recuerde, un ingrediente, un voto.
Me lo hierve todo en una olla bien grande tipo palacio de los deportes de algún pueblo del extrarradio, con miles de militantes haciendo chup chup mientras aplauden cualquier idea de España con los ojos en blanco, y me lo deja ahí las dos semanas que dure la campaña. Durante ese tiempo, sólo tendrá que ocuparse de cambiar de tanto en tanto de ciudad y de que, en el punto de su ebullición televisiva, siempre aparezcan detrás del candidato el mismo número de hombres que de mujeres ?no vayan a pen¬sar que somos machistas?, el mismo de jóvenes que de ancianos ? no vayan a tildarnos de anticuados?, el mismo de sonrientes que cariacontecidos ?no vayan a creer que estamos satisfechos. Eso, y un eslogan ni muy ni demasiado, me explico, ni muy largo ni demasiado corto, ni muy genérico ni demasiado concreto, ni muy triunfalista ni demasiado realista,ni muy ni demasiado, cono ya me entiende.
Cuando lo tenga listo, lo debate todo en televisión, y me lo sirve en forma de programa electoral con las promesas aparte, separadas entre las que jamás se podrán cumplir y las que fue- ron mentidas desde un principio, a ver si esta vez las puedo diferenciar. Para terminar, nada de alcohol por favor, no vaya a ser que nuestros políticos logren en un día aquello que siempre intentan y jamás consiguen durante el resto del año.
Llamar la abstención, digo, la atención.